El 15A, Venezuela amaneció en dos mitades. Una porción que le reclamó a la otra ser reconocida y respetada, que elevó su voz en defensa de la alternativa que representaba Capriles; y la otra porción, en principio soberbia y antipática llena de insultos, que se asumía triunfadora, muy a pesar de lo pírrico y dudoso de los resultados.