Por más que intento apelar al sentido cristiano que me inculcaron desde pequeña, les confieso que me cuesta creer el cuento del cáncer del presidente Chávez. Se me hace difícil creerle luego de su milagrosa curación y recuperación. Estoy a punto de pensar que se trata de una estrategia, similar a la implementada el 13 de abril de 2002.
De ese pobre Chávez, delgado, triste y maquillado, que conmovió al mundo confesando que había padecido cáncer y que su trance le había llevado a pensar y reflexionar mucho porque hasta había visto la muerte de cerquita, nos topamos con éste, que luego de 20 días del diagnóstico, dos operaciones y rehabilitación, llegó sorpresivamente a Maiquetía, ungido, con ánimo, que cantó, compartió con su equipo, desayunó carne molida y hasta anunció un encuentro con “su pueblo” en el balcón.
Esos cambios tan radicales, entonces, o son milagro de Dios, o se trata de la más burda estrategia para evitar que la crisis carcelaria le tocara y afectara, para tomar un tercer aire y para reforzar su campaña hacia el 2012.
No es la primera vez que se juega a la crisis para limpiar su entorno y gabinete; que se juega al caos para ocultar el desgobierno; que se juega a la víctima para asegurar su retorno y se apela a la redención, con Cristo y la Virgen por delante, para garantizar su reincorporación gloriosa.
Podemos hacer un paralelismo de estos dos Chávez del 2002 y este del 2011, en ambos se hizo uso del tono solemne, del drama y la reflexión, de una representación de la víctima, del desvalido, apelando al arrepentimiento y la oración, con recursos como Dios, la Virgen y el ideario de Bolívar.
¿Qué resultó de aquel Chávez con la cruz en la mano?, pues un Chávez más radical. ¿Qué resultará de este SuperChávez capaz de vencer al cáncer?, pues un Chávez aún más radical.
Y es que me cuesta creer esa veloz y sorpresiva recuperación, y lo digo con conocimiento de causa. Recientemente me tocó vivir de cerca el padecimiento de esta enfermedad en mi padre, le diagnosticaron cáncer de próstata, lo trataron y lo intervinieron, y en su caso, a Dios gracias, se logró erradicar el mal. Pero fue un proceso que nos llevó al menos cinco meses. Por eso mis dudas, nadie, salvo Lázaro, ha sido capaz de andar y recuperarse de ese proceso en 20 días.
Para validar mi teoría de la reedición de abril, acá les reproduzco parte de una reseña de aquellos días de abril, seguidamente la nueva reseña del retorno de junio, ustedes comparen y concluyan:
“Aquel 13 de abril, Chávez dijo que había aprendido la lección y que durante su reclusión había reflexionado mucho. Prometió que a partir de ahora gobernará buscando el entendimiento con sus opositores. Al asumir de nuevo la presidencia, hizo un llamamiento a la "calma" y la "tranquilidad" y pidió a los empresarios, a los sindicatos, a la Iglesia y a los dueños de los medios informativos que colaboren para sacar adelante el país”.
El presidente de la República, Hugo Chávez se dirigió su pueblo, la noche del 30 de junio a las 9:00 pm, desde Cuba en una cadena de radio y televisión, informo que después de la operación de absceso pélvico el pasado 10 de junio, le fue detectado células cancerígenas y tuvo que ser operado por segunda vez, la segunda operación fue para remover un tumor maligno. Chávez fue operado de Cáncer.
“A pesar de la favorable evolución general, fueron apareciendo algunas sospechas de la presencia de otras formaciones celulares no detectadas hasta entonces. Comenzó por tanto y de inmediato, otra serie de estudios especiales (…) que confirmaron la existencia de un tumor absceso, con presencia de células cancerígenas, lo que hizo necesario otra intervención quirúrgica que permitió la extracción total de dicho tumor”.
“A lo largo de toda mi vida vine cometiendo uno de esos errores que bien pudiera caber perfectamente en aquella categoría a la que algún filósofo llamó “errores fundamentales”: descuidar la salud y, además, ser muy renuente a los chequeos y tratamientos médicos. Sin duda ¡qué error tan fundamental!, y sobre todo en un revolucionario con algunas modestas responsabilidades como las que la revolución me vino imponiendo desde hace más de 30 años”.
“Seguramente no fue difícil para Fidel darse cuenta de algunos malestares, que, más allá de mi rodilla izquierda, yo había venido tratando de disimular desde varias semanas atrás. Me interrogó casi como un médico, me confesé casi como un paciente”.
“Luego de aquella operación (la del 11 de junio) comenzó, por tanto, y de inmediato, otra serie de estudios especiales citoquímicos, citológicos, microbiológicos y de anatomía patológica que confirmaron la existencia de un tumor abscesado con presencia de células cancerígenas, lo cual hizo necesaria la realización de una segunda intervención quirúrgica que permitió la extracción total de dicho tumor. Se trató de una intervención mayor, realizada sin complicaciones, tras la cual he continuado evolucionando satisfactoriamente”.
“Desde que el mismo Fidel Castro en persona (…) vino a anunciarme la dura noticia del hallazgo cancerígeno, comencé a pedirle a mi señor Jesús, al Dios de mis padres, diría Simón Bolívar; al manto de la Virgen, diría mi madre Elena; a los espíritus de la sabana, diría Florentino Coronado; para que me concedieran la posibilidad de hablarles, no desde otro sendero abismal, no desde una oscura caverna o una noche sin estrellas. Ahora quería hablarles desde este camino empinado por donde siento que voy saliendo ya de otro abismo. Ahora quería hablarles con el sol del amanecer que siento me ilumina. Creo que lo hemos logrado. ¡Gracias, Dios mío!”.
“Mi pueblo amado, todo y uno solo en mi corazón, les digo que el querer hablarles hoy desde mi nueva escalada hacia el retorno no tiene nada que ver ya conmigo mismo, sino con ustedes, pueblo patrio, pueblo bueno. Con ustedes no quería ni quiero para nada que me acompañen por senderos que se hundan hacia abismo alguno. Les invito a que sigamos juntos escalando nuevas cumbres (…) ¡Gracias Dios mío! ¡Gracias pueblo mío! ¡Gracias, vida mía! ¡Hasta la victoria siempre! ¡Nosotros venceremos!”
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