miércoles, 18 de abril de 2012

El “ingenuo” ana-cobero por Ender Arenas Barrios



El pasado 15 de abril, y como todos los domingos, Ender Arenas, con su particular estilo fresco, cínico, humorístico, nos regala sus reflexiones. En esta oportunidad, el protagonista de sus lineas es Pancho, personaje de la historia reciente venezolana que ha batido todos los récord de cambio de pareceres, saltos de talanqueras y delirios de bipolaridad. He aquí su columna, para su publicación le pido permiso a Ender y aprovecho para agradecerle el que nos permita todos los domingos pasearnos por sus vivencias y pensamientos.

Tengo la firme convicción que poca gente en este país ha sido tan errática y sin estrella como el comandante Arias.

De niño fue monaguillo y quiso ser cura, pero terminó siendo militar. Antes había pretendido ser un intelectual y así apareció en febrero de 1992: un militar intelectual, ¡qué vaina tan de pinga! se dijo mucha gente, pero terminó como burócrata de un programa gubernamental del sistema contra el cual se había levantado en armas, contraviniendo a la Constitución a la que le había jurado lealtad. Es más, en ese episodio en la que parecía ser el auténtico líder de la revuelta militar, terminó por ser desplazado por otro militar que, según él mismo comentaba, no tenía ni los méritos militares ni intelectuales que él poseía. Pero en fin terminó siendo el segundón del primero.

Fue, un poco a regañadientes, militante del proceso que ayudó a fundar, luego, se pasó al bando contrario, del cual fue candidato presidencial, y cuyo lanzamiento lo decidió en un evento rarísimo, donde se había comprometido con sus compañeros de partido a no lanzarse, luego abandonó a estos y se quedó en medio, eran aquellos días en que la oposición no lo quería porque le tenía desconfianza, el chavismo lo despreciaba por traidor, así que se lanzó otra vez a la Gobernación y la gente le recordó que él era de San Juan de Colón y no de Santa Bárbara del Zulia, así que después de dos mea culpa y coger impulso, volvió a juntarse a los que antes había abandonado y de quienes se había referido con desprecio.

Y es que él viene y va, es posible que a estas alturas de su vida cuando se mira al espejo se diga a sí mismo: "Caramba, este tipo de sienes plateadas (que casualidad, como el hombre elástico de los cuatro fantásticos) se parece a alguien que creo conocer, ¿seré yo?, pero si ese soy yo, quién es este hombre que se mira al espejo". Nadie sabe qué piensa, seguramente, él tampoco lo sabe.

Por eso cuando abro la página que dirige Dámaso Jiménez, Biendateao, y leo que dice que las cosas que dijo sobre Chávez, los días 11 y 12 de abril ("un Presidente asesino manchado con la sangre de los venezolanos") fue producto de la manipulación que sobre él ejercieron los medios de comunicación; me digo a mí mismo que fue bueno que Arias nunca fue un carajo más allá de gobernador, total nunca ha tenido carácter.

Ender Arenas Barrios

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