Ahora resulta que todas las gestiones diarias se resumen en colas, cola para cargar gasolina, cola para cobrar la pensión, cola para comprar productos regulados y no regulados, colas para las remesas, colas en el banco, colas y colas que nos llenan de odio y frustración. Concentraciones de gente a pleno sol que se tropiezan unas con otras en espera de algo, despertando la curiosidad del que pasa cerca y se pregunta: ¿Qué estarán repartiendo allí?, o ¿Qué producto habrá llegado hoy?
Colas y colas de rostros enfadados y expresiones llenas de resentimiento por el calor, el sol, la escasez, el desabastecimiento, el alto costo, los oportunistas y los politiqueros.
Lo frustrante es que hemos llegado al punto de aceptar la situación, nos sometemos a las colas, aceptamos el racionamiento, las multas, los controles extremos, sin ni siquiera tener la certidumbre de, que al llegar al final de la cola, vamos a obtener lo que buscamos.
El que esté libre de odios que lance la primera piedra. Sé que muchos, incluyéndome, hemos sentido tal frustración o impotencia, que hemos llegado a maldecir a alguien o algo. Reconozco que al verme y someterme a las colas indignas, precisamente no surgen de mi los sentimientos más positivos ni benevolentes, pero tomo conciencia de ello y quiero revertir ese efecto. No pretendo dar lecciones de buen vivir, pero si lograr captar la atención de quienes lean estas líneas sobre el daño que nos hacemos al dar puerta franca al odio, el rencor y la ira.
Esta reflexión me llevó a ahondar por la palabra, odio, sus implicaciones y como contrarrestar tan negativo sentimiento, en la búsqueda me encontré con estas líneas de Renny Yagosesky, comunicador y orientador:
…“El odio tiene una función de autoprotección de la dignidad, de defensa del ego, es la válvula de escape del resentimiento o la respuesta a una injusticia notable o reiterada. Pero pese a las formas de justificación que encontremos para darle espacio, es negativo en muchos aspectos pues afecta la salud, especialmente el sistema inmune, el hígado y el corazón. Numerosas investigaciones han encontrado relación entre algunos tipos de cáncer y odios profundos no perdonados. En el marco de las relaciones personales, el odio es un veneno mortífero que impide el encuentro, la comunicación, la armonía y la convivencia basada en la comprensión, el acuerdo, el aprecio y el respeto. En el ámbito laboral odiar puede causar estragos. Verse abrazado por las llamas del odio afecta la productividad, pues impide la expresión de la creatividad, al mantener a quien lo padece, atado a pensamientos obsesivos de venganza, agresividad y violencia. Podemos intentar un paso más allá y comprender que las personas tienden a mostrarse básicas, egoístas y emocionales. Al verlas en su incapacidad y su ignorancia, podemos tratar de comprender a quienes nos desagradan, a quienes nos han faltado o incluso a quienes no odian con saña. Podemos, simplemente, tocarnos y tocarlos en el corazón ¿No fue eso lo que indicaba Gandhi el expresar que “El odio nunca es vencido por el odio, sino por el amor?”.
Si odiar es muy fácil, menos fácil es dejar de odiar. Se requieren mente y corazón abiertos para enfrentar la negatividad. Distintos portales de autoayuda nos recomiendan evitar convertirnos en objeto de odio, tratando a los demás con consideración y respeto.
Señalan que debemos perdonar y entender que existe una Ley de Causa y Efecto, y que todo lo que una persona hace le genera consecuencias.
Ante la polarización que sufre nuestro país, debemos comprender que no somos guapetones resentidos, ni rebeldes sin causa, que somos gente amable y alegre, capaces de sonreír, que compartimos un mismo territorio que amamos: Venezuela. Entender que a través del diálogo podemos enfrentar las diferencias. Es hora de trazarnos la tarea colectiva de recuperar los valores de tolerancia y respeto para cerrar el paso al odio, la anarquía y la división, que tanto daño nos han hecho.
Solo así unidos y reconciliados seremos capaces de combatir la ineficacia en todas las instancias, las decisiones de gobernantes injustos y contrarrestar políticas públicas erradas y excluyentes.
Letty Vásquez| @AloLetty
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