Este
20 de enero, Andrés Cañizalez, experto en comunicación y democracia e investigador
de la UCAB, publicó en el Diario el Nacional su artículo “Las Cadenas de Maduro
en 2014”, un análisis del real impacto de las cientos de horas de cadenas
presidenciales en las finanzas del país. Excelente artículo que me permito
extraer de El Nacional y compartirlo por esta vía con todo mi respeto y
admiración hacia el autor.
En
la otrora época de las vacas gordas, con un petróleo boyante por encima
–holgadamente– de los 100 dólares el barril, para nadie era un problema el
costo económico que representaban las cadenas de radio y televisión, primero de
Hugo Chávez y desde hace dos años de Nicolás Maduro. El problema de aquel
momento, y sigue siéndolo, residía en cómo estas transmisiones de carácter
obligatorio constituyen una violación al derecho a la información de los
ciudadanos, ya que en medio de una cadena nacional de radio y televisión no hay
posibilidad de que se emita otro mensaje, incluso que se brinde una información
alternativa. Sólo hay una voz y es la de quien ocupa el sillón de Miraflores.
Bajo
ese esquema, en contextos de conflictividad o en temporada de elecciones, las
cadenas de radio y televisión devinieron en el recurso más usado por los
presidentes chavistas. No sólo se potenciaba el mensaje propio, del chavismo,
sino que al mismo tiempo se acallaba cualquier otro mensaje diferente. Cuando
además se trae a colación el dato de que aún la mitad del país sigue sin
acceder a otras fuentes de información, más allá de la televisión abierta o la
radio, se puede entender cabalmente el efecto perverso que tienen las cadenas
de radio y televisión sobre una parte muy importante de la población.
Constituyen una suerte de blackout informativo sin necesidad de cerrar
directamente a un medio crítico.
Son
serios problemas de orden político-comunicacional, e incluso de derechos
humanos: la constitución por ejemplo establece el derecho a recibir información
libre y plural, y una cadena de radio y televisión es la negación absoluta de
la libertad y la pluralidad. A todo esto, en medio de la muy dramática
situación económica que vive Venezuela, es tiempo de mirar también seriamente
lo que le cuesta al país el que el presidente se encadene a su antojo por el
sistema de radio y televisión. En esta época de vacas flacas, cada bolívar vale
y los ciudadanos debemos exigir que se inviertan cabalmente y se manejen de
forma transparente.
Durante
todo el año 2014, la presidencia emitió 174 horas y 48 minutos de cadenas
nacionales de radio y televisión. Eso incluye unas 6 horas de los llamados
noticieros de la patria. Prácticamente el grueso de este tipo de transmisiones
tuvo a Nicolás Maduro como protagonista y vocero principal. Se emitieron 163
cadenas en el año y en promedio, cada día hubo 28 minutos y 44 segundos de
cadenas.
El
volumen de este tipo de mensajes viene en aumento. En 2012 pese a ser un año electoral
se contabilizaron 145 horas de transmisiones en cadena nacional de radio y
televisión; en 2013 se elevó a 169 horas y en 2014 pasó a 174 horas. En un
período de dos años, se elevó en 20% el número de horas en las cuales los
venezolanos no pueden elegir libremente cuáles contenidos ver o escuchar. Las
cifras se pueden consultar en el sitio web http://monitoreociudadano.org o en
la cuenta en Twitter @cadenometro.
Las
intervenciones de Maduro por cadena nacional de radio y televisión le costaron
a la nación unos 2,7 millardos de bolívares, estimando –de forma modesta– que
cada minuto de televisión cuesta 255.156 bolívares. Si traducimos eso en
dólares, usando la tasa Sicad II (la oficial más elevada) eso representa unos
55 millones de dólares.
La
cifra de 2,7 millardos de bolívares tal vez no nos diga mucho así suelta, sin
ponerla en contexto. Es exactamente el mismo monto del presupuesto total para
ciencia y tecnología de este 2015. Las continuas intervenciones de Maduro en
radio y televisión le cuestan a la sociedad, al país. Tanto le cuestan que son
el equivalente a un sector tan prioritario para el desarrollo de una nación
como lo es la ciencia y la tecnología.
Por
Andres Cañizalez
Publicado
en El Nacional 20/01/2015
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