lunes, 3 de junio de 2013

Números que matan


“Los números matan, alarman y nos dejan en evidencia, por ende hay que ocultarlos, negarlos y/o maquillarlos”, esta pudiera ser la instrucción que acató la ministra de Salud, Isabel Iturria para controlar y restringir las cifras de afectados por el virus AH1N1, también, tal vez, fue la tesis que llevó a la eliminación de los reportes semanales del CICPC a cerca de los índices delictivos, y la instrucción recibida y acatada por todas las instancias del Gobierno nacional que han restringido a su mínima expresión el acceso a la información, socavando la credibilidad de la “fuente oficial”.


Según la ministra de Salud, los medios de comunicación han creado una paranoia colectiva respecto al virus AH1N1, de acuerdo a un ministro del Interior han generado “una sensación de inseguridad” y según el mismo Presidente, los medios se han convertido en especie de legión del mal que revelan números y propagan información sesgada y negativa de un país socialista, feliz, próspero y donde abundan las libertades. A eso ha quedado reducido nuestro país, una nación sin números, ni indicadores, por ende sin planificación.

Antes de la implementación de las restricciones numéricas, las cifras, los balances y los informes periódicos eran un principal insumo para generar primeras planas y noticias de abrir en las rondas informativas. Se podía deducir el incremento o la disminución de los índices, se podía celebrar la efectividad de un plan o una acción.

El número como tal no es la noticia, lo es si, la interpretación que se genere de ese dígito. Cito para el mejor entendimiento de la idea un ejemplo del periodista independiente Michael Blastland, que en la sección “Consejos para trabajar con cifras en las noticias” plantea lo siguiente: “Si le digo que se bebe más durante la recesión, podría decirme que se debe a que todos están deprimidos. Si le digo que se bebe menos, podría decirme que es porque nadie tiene plata. Dicho de otro modo, lo que digan los datos no incide en la interpretación que usted esté decidido a hacer, a saber, que las cosas están muy mal no importa lo que suceda con la bebida. Si aumenta, es malo; si se reduce, es malo. La cuestión aquí es que si usted cree en los datos, trate de dejar que hablen antes de imponerles su propio estado de ánimo, creencias o expectativas”. Y añado que la supresión o negación de las cifras, en vez de legitimar o generar certidumbre, por el contrario genera nuevas interrogantes y dudas en torno al portavoz de la información.

Cuando en Venezuela se resuelva desmitificar las cifras, a partir de ese momento  vamos a tener la posibilidad de medir la efectividad o la ineficiencia de una gestión,  acción o plan. Mientras existan regímenes que piensen que los números matan, nunca llegaremos a esa Venezuela de progreso y de futuro que todos queremos.

Por Letty Vásquez / @AloLetty

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