lunes, 21 de febrero de 2011

No quiero en mi casa a un “Compañero” VTV ni ANTV. Por Letty Vásquez

Por muy distantes que se encuentren países y ciudades en el mundo, siempre surgen elementos destinados a igualar esas diferencias, hoy un anhelo de libertad es compartido por millones de seres humanos.




La realidad que Yoani Sánchez nos ofrece en www.generaciony.com, no es exclusiva de Cuba, la violación al derecho a la información es hoy una práctica cotidiana, lo hemos visto en las restricciones que se han aplicado a los movimientos ciudadanos en el medio oriente, y lamentablemente, también llego a nuestras puertas.

Si, a nuestra Venezuela, donde existe un “Exceso de Libertad”, tanta libertad que se distorsiona a propósito, el concepto de medio del Estado y se convierte en aparato propagandístico de un pensamiento único, sin dar cabida a lo opuesto.

Surge entonces, una imagen de país ajena a la realidad, con una sola versión de los hechos y un único encuadre de cámara.

Estas reflexiones surgen, precisamente de este articulo que comparto con ustedes, el más reciente de Yoani Sánchez.

El “compañero” Granma. De Yoanni Sánchez. Generación Y
Levantaría con frecuencia el puño, mientras grita con su voz altisonante y con el rostro enrojecido ante quienes le llevan la contraria. Así sería el periódico Granma si un soplo de la vida lo convirtiera en persona; si un raro hechizo hiciera que su cuerpo de papel gaceta se tornara en carne y huesos. Vestiría con camisas a cuadro, enseñando con orgullo los pliegues endurecidos de su ropa, logrados con sucesivos rociados de almidón. El diario del único partido permitido en Cuba tendría una edad indefinida y una mentalidad decimonónica, mostrando sus medallas, hablando todo el tiempo de hazañas que probablemente nunca realizó. No escucharía a otros, porque su perorata interminable ahogaría la crítica, las ideas encontradas, los mínimos atisbos de diferencia. Se comportaría como el hombre gruñón que ya ni siquiera conversa con sus propios hijos y que ha visto escapar de su lado a todos los que una vez amó.
Granma, como algunos que conozco, voltearía el rostro si alguien cercano compra en el mercado negro un poco de comida. Sin embargo, se zamparía hasta el fondo su plato sin preguntar de dónde salió el trozo de papa o la rodaja de pan que estaba sobre la mesa. Sus editoriales de gruesas letras se trastocarían en gritos, en consignas vacuas chilladas cuando sepa que los vecinos lo están escuchando. Apelaría –muy frecuentemente– a la delación y a la intriga. Sus aburridos reportajes triunfalistas se trasmutarían en frases de conformismo dichas ante los rostros desesperados de quienes lo rodean. El mismo diario que hasta el día de hoy nunca ha publicado una foto en colores, daría un ser gris de plática aburrida e ira irrefrenable. Husmearía las pequeñas ilegalidades de la sobrevivencia y las denunciaría con la misma premura que ahora en sus páginas se publican ataques y mentiras.
El “compañero” que encarnaría a Granma sería de esos seres humanos que –yo no sé ustedes– nunca invitaría a pasar a mi casa.

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